Los «papelitos ADLAN» y el tacto
Los restauradores somos raritos, nos emocionamos con papeles destrozados que pongan a prueba nuestra pericia. Cuando nos ponemos vacilones, lo que más nos gusta restaurar son objetos que parecen irrecuperables, de esos que nos dejan frente al cliente como super-héroes del papel: «¡Dios mío! Con lo sucio y arrugado que estaba… Pero si estaba hecho trizas… ¡¡¡Parece imposible!!!».
O también piezas muy raras: aquellas que tienen unas características especiales que nos hacen buscar técnicas y tratamientos alternativos… ¡que son una pesadilla! Pero que al final, superada la prueba, nos dan el gran premio de un nuevo aprendizaje.
Pero… ¿y que pasa con esos encargos que a priori son «totalmente normales»? ¿Tienen menos valor?
Un objeto con el que no te puedas lucir técnicamente, que no sea el más antiguo, el más preciado, el más bonito, el más prestigioso, el más raro… ¿tiene que ser por su dignísima mediocridad-restauradora menos querido?
Aunque me apasiona mi trabajo, reconozco que algunas veces la motivación ante determinados encargos no es… máxima. Pero durante la intervención cada objeto te da alguna cosa, te enseña algo. Además, la normalidad, la reiteración de técnicas, es crucial para avanzar con firmeza cuando las cosas se complican, para dar una perspectiva adecuada de conjunto… y todo un descanso para un día sin sobresaltos, porqué no.
Pensad que es un trabajo manual, la cuestión del contacto, el tacto, hace que termine estableciéndose un cierto vínculo de intimidad. Y aunque hace ya algunos años desde que pasaron por mis manos los -para mi- papelitos arrugados de ADLAN, cuando vi la campaña de digitalización de la documentación inédita recién encontrada en el Colegio de Arquitectos de Cataluña, ¡el corazón me dio un vuelco!
Os animo a contribuir en la digitalización de este fondo de verdadera relevancia documental e histórica, aunque no estén a punto de desintegrarse y no les haga falta una restauración de urgencia. La digitalización los pone a vuestro alcance y permite un estudio más ágil y próximo… y garantiza una conservación más duradera porque reduce la necesidad de manipulación de los originales.
>> Más sobre el fondo ADLAN, publicación de Jaume Prat
> Más sobre ADLAN, Vídeo de la notícia en TV3 del día 5 de marzo
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Los «papelitos ADLAN» y el tacto
Los restauradores somos raritos, nos emocionamos con papeles destrozados que pongan a prueba nuestra pericia. Cuando nos ponemos vacilones, lo que más nos gusta restaurar son objetos que parecen irrecuperables, de esos que nos dejan frente al cliente como super-héroes del papel: «¡Dios mío! Con lo sucio y arrugado que estaba… Pero si estaba hecho trizas… ¡¡¡Parece imposible!!!».
O también piezas muy raras: aquellas que tienen unas características especiales que nos hacen buscar técnicas y tratamientos alternativos… ¡que son una pesadilla! Pero que al final, superada la prueba, nos dan el gran premio de un nuevo aprendizaje.
Pero… ¿y que pasa con esos encargos que a priori son «totalmente normales»? ¿Tienen menos valor?
Un objeto con el que no te puedas lucir técnicamente, que no sea el más antiguo, el más preciado, el más bonito, el más prestigioso, el más raro… ¿tiene que ser por su dignísima mediocridad-restauradora menos querido?
Aunque me apasiona mi trabajo, reconozco que algunas veces la motivación ante determinados encargos no es… máxima. Pero durante la intervención cada objeto te da alguna cosa, te enseña algo. Además, la normalidad, la reiteración de técnicas, es crucial para avanzar con firmeza cuando las cosas se complican, para dar una perspectiva adecuada de conjunto… y todo un descanso para un día sin sobresaltos, porqué no.
Pensad que es un trabajo manual, la cuestión del contacto, el tacto, hace que termine estableciéndose un cierto vínculo de intimidad. Y aunque hace ya algunos años desde que pasaron por mis manos los -para mi- papelitos arrugados de ADLAN, cuando vi la campaña de digitalización de la documentación inédita recién encontrada en el Colegio de Arquitectos de Cataluña, ¡el corazón me dio un vuelco!
Os animo a contribuir en la digitalización de este fondo de verdadera relevancia documental e histórica, aunque no estén a punto de desintegrarse y no les haga falta una restauración de urgencia. La digitalización los pone a vuestro alcance y permite un estudio más ágil y próximo… y garantiza una conservación más duradera porque reduce la necesidad de manipulación de los originales.
>> Más sobre el fondo ADLAN, publicación de Jaume Prat
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