Aplanado por tensión en restauración de documentos
Las arrugas y pliegues son una degradación habitual en documentos de papel, tela y pergamino, y la forma más corriente de restablecer estos soportes al estado original es por presión: bajo peso o en prensa.
Cuando el papel tiene un relieve que queremos preservar no es posible utilizar la presión porque lo aplastaría. Es el caso de la huella de los grabados, por ejemplo y de los sellos en seco o lacrados.

Sello lacrado que se hace aplicando lacre en caliente sobre el papel, incorporando un segundo papel sobre ésta, y presionando –fundida aún la laca- con un tampón metálico. Una vez fría, queda sólida y rígida.
El aplanado por tensión puede ser una alternativa interesante de aplanado selectivo en determinadas ocasiones. Consiste en dejar secar el papel por oreo y aprovechar la contracción que sufre el papel cuando pasa de húmedo a seco, de forma que el aplanado lo hace la misma tensión del papel. El restaurador puede regular su intensidad con el grado de humedad del punto de partida. Cuanto más mojado esté el papel inicialmente, más se encogerá a medida que se seque, y por lo tanto mayor será la presión. Si, en cambio, la hoja está sólo levemente húmeda, la tensión será moderada. Según el tipo de soporte y la intensidad de las arrugas y/o pliegues nos interesará más una cosa o la otra. Ojo, que si no lo valoramos como corresponde ¡se nos rompería el documento!
Hay variantes del mismo sistema según sea la sujeción del papel, tela o pergamino. Puede hacerse mediante presión (pinzas, imanes) o por adhesión a otro soporte rígido (con bandas de papel, hilos u otros elementos que se encolarían a este soporte)… la creatividad no hace sino ampliar las posibilidades.
Para el caso del sello lacrado del Libro del santo misterio del azotamiento de la Confraría de los alpargateros de San Francisco (1705), del Archivo Municipal de Barcelona Distrito de Sants-Montjuïc, se utilizaron imanes. Después de lavar y desacidificar los papeles en agua, se secaron por oreo, ondulándose así de forma irregular y caprichosa. Después de limpiar y secar, entonces se hizo el aplanado por tensión.

La superficie gris es el hierro, la blanca es un secante, y las piezas rectangulares y circulares son imanes que sujetan el papel sobre la plancha metálica. Fase final del secado por tensión, que se hace pulverizando agua sobre el papel (a excepción del área de sello).
Se coloca el papel sobre una superficie metálica (puede haber un secante debajo, entre ésta y el documento, plástico… lo que convenga) sujetándolo por el perímetro con imanes y aplicando una tensión moderada, la que permita el papel en seco. Después se hidrata por pulverización con agua. En este punto el papel queda holgado, y a medida que se va secando se aplana. La tensión se regula de forma natural y homogénea. El sello no se humectó, que es la zona de la que se querían evitar deformaciones. Es un método rápido porque no exige preparaciones previas.

«Libro del santo misterio del azotamiento de la Confraría de alpargateros de San Francisco», de 1705, con sello lacrado. Izquierda: antes de la restauración. Derecha: después de la restauración.
El aplanado por tensión resulta muy ventajoso cuando el mismo documento tiene áreas con diferente estabilidad dimensional, es decir, que se contraen y dilatan de forma distinta. Un ejemplo es el de los sellos lacrados (ya que la parte lacrada está agarrotada mientras el resto del papel se mantiene flexible) y otro ejemplo es el de los pergaminos, que son membranas naturales. No hace falta recordar que un cerdo o una oveja no son planos, son abultados y tridimensionales, y si no hacemos nada, la piel tiende a recuperar su forma original.
El aplanado por tensión hace que las partes más elásticas se tensen más, y contrariamente con las más rígidas, sin tener que hacer variaciones en el sistema.
Tapas en pergamino del libro del misterio del azotamiento. Montaje fotográfico del estado previo (derecha de la imagen) y el de después de la restauración (izquierda de la imagen).

Tapas en pergamino del «Libro del santo misterio del azotamiento de la Confraría de alpargateros de San Francisco», de 1705. Montaje fotográfico de las imágenes previa y posterior al tratamiento. Izquierda: Después de la restauración. Derecha: antes de la restauración.
Con el pergamino de la tapas del libro se procedió igual, pero a razón también de la parte manuscrita. Había bastante suciedad superficial, que se trató con agua reservando las áreas escritas. Como protección de la tinta durante la limpieza se hizo un fijado. Y se aprovechó la humedad del proceso de limpieza para hacer seguidamente el aplanado por tensión.
Este sistema garantiza –a diferencia del aplanado bajo peso– que no hay migración de tinta en los papeles secantes. Pues tanto si está escrito a dos caras, como a una sólo, no se ejerce presión sobre la capa de tinta (de arriba abajo), sino de lado a lado. Las tintas manuscritas en pergamino son muy sensibles a los tratamientos acuosos, y por eso se debe ir con mucho cuidado de no perder capa pictórica, o tintórea.

Izquierda: legajo de pergamino muy arrugado, con una laguna considerable en la tapa y que afecta el cosido por la parte superior, y por los agujeros de los cierres (perdido el de la tapa, en la derecha, pero no el de la solapa, en la izquierda). Derecha: Legajo de pergamino restaurado. Las lagunas se han reintegrado con papel japonés teñido de color parecido.
Cuando, además de la propia irregularidad del material de soporte, tenemos materiales diversos, la diferente estabilidad dimensional varía aún mucho más (entre ellos). Como ejemplo estas tapas de pergamino de otro legajo, que tenía un agujero en el medio y que se reintegró con papel teñido.
En esta ocasión se partió de un estado inicial con mayor cantidad de agua. La sujeción se hizo con pinzas, y no imanes. Y en lugar de una plancha metálica se suele utilizar –para las pinzas– un cartón. El incoveniente es que se debe recortar un cartón a medida para cada objeto, pero tiene la ventaja que es más seguro para soportes delicados (como este, que tenía profusión de desgarros y lagunas que podían abrirse fácilmente). Si la tensión resulta excesiva, el cartón nos avisa ondulándose, cosa que no hace una plancha metálica cuando una piel o un papel se estiran. El aviso es que la plancha se queda intacta y el soporte débil (el documento o el pergamino) se desgarra.

Aplanado por tensión del pergamino, con pinzas en el perímetro. Bajo el pergamino hay un secante y un cartón.
Podemos modular la tensión a medida que el pergamino se va aplanando (y contrayendo), cambiando la posición de las pinzas, o incluso reduciendo el área de soporte del cartón.