No hay solución gordiana para el sufrido restaurador

Stepan de I-Bookbinding ha comenzado una serie de entrevistas a encuadernadores y restauradores de todas partes, y el otro día se pasó -virtualmente- por el taller. De allí salió una jornada de puertas abiertas, o charla informal sobre libros, encuadernadores, restauradores y proyectos en marcha. ¡Vente también, que todo el mundo está invitado!

Habiendo visto algunos de los casos, queda claro que las consideraciones éticas son probablemente la tarea más compleja de la restauración de libros. Abajo tres ejemplos de difícil equilibrio: el de la opinión del cliente frente a la propia (1), el de mantener un cosido enrollado medieval tan interesante como estropeado (2) y el de cambiar la estructura original de los libros en rama, cuando es perjudicial para su conservación (3):

1) Deontología, o cómo convencer al cliente de no guillotinar un libro que sobresale del estante (hay subtítulos en castellano, actívalos):

En este proyecto el coleccionista tenía una idea muy clara de lo que se había de hacer, y servidora otra igualmente sólida de lo que no. El propietario ha reunido la colección completa de la Encyclopédie (la primerísima, de d’Alembert y Diderot): 35 volúmenes. La mayoría son primeras ediciones (1751), encuadernadas en piel pasta jaspeada o moteada cat’s paw (*) «huella de gato», cabezadas cosidas y cortes pintados en rojo.
Para su desesperación, dos de los volúmenes eran una vergonzante tercera edición (1759). Aunque más que su fecha, yo veía unas fantásticas encuadernaciones semi-flexibles en pergamino, con preciosos cortes marmoleados, guardas al engrudo, distinguidas cabezadas cosidas de color verde y unos márgenes muy generosos. Tanta generosidad implica que estos dos libros son bastante más altos que sus predecesores de la 1ª edición, y por eso el coleccionista insistía en que se los guillotinara y re-encuadernara, para tener así en el estante un ejército de enciclopedias perfectamente uniformadas.

Encuadernación semi-flexible en pergamino, cortes marmoleados y cabezadas cosidas con núcleo de pergamino.

Las terceras ediciones estaban bastante estropeadas… pero ¡no por eso las vamos a desechar! Encuadernación semi-flexible en pergamino, cortes marmoleados y cabezadas cosidas con núcleo de pergamino.

Tanta generosidad implica que estos dos libros son bastante más altos que sus predecesores de la 1ª edición, y por eso el coleccionista insistía en que se los guillotinara y re-encuadernara, para tener así en el estante un ejército de enciclopedias perfectamente uniformadas.

Fue realmente difícil persuadirlo de mi punto de vista: que más vale un conjunto desigual de encuadernaciones originales (y maravillosas), que la colección completa con algunos infiltrados con vestimenta contemporánea.
Y puesto que la cuestión de la apariencia en el estante era primordial, estuvo de acuerdo en que nos limitáramos a esconder los volúmenes más grandes detrás de unas sobrecubiertas que imitaran las encuadernaciones vecinas. La idea no le desagradó, sin ser tampoco motivo de exaltación, porque los libros continuarían siendo más altos, lo que quiere decir que los cortes marmoleados permanecerían intactos… y la restauradora feliz y ¡en paz con el universo!

Había aún un tercer volumen más alto, que tenía una encuadernación de principio del s.XX medio suelta. Y en esta ocasión fue la restauradora la que accedió a re-encuadernarlo imitando las primeras ediciones: en piel decorada, cortes pintados y cabezadas cosidas.

Toda esta historia me recuerda la anécdota de un encuadernador recientemente traspasado, en el que pienso cuando me quedo atascada en la toma de decisiones. Una señora mayor, viuda, le llevó un libro que había pertenecido a su marido y que quería arreglar. La mujer tenía la ilusión de conservar las tapas, que estaban un tanto ajadas.
¡No se preocupe! Le dijo él, y cutter en mano, hizo unos cortes estratégicos para desprender la encuadernación del cuerpo del libro. Luego le dio las tapas y añadió: Usted conserve las tapas, que yo le encuadernaré el libro como Dios manda.

A menudo envidio ese encuadernador por todos los quebraderos de cabeza que nunca tuvo, guillotinando la complejidad como el que desata el nudo gordiano (**). Un pensamiento salomónico que ¡difícilmente tiene cabida en la cabeza de un restaurador!

2) En el caso de esta encuadernación flexible en pergamino procedimos un poco como el mencionado encuadernador: sustituyendo los elementos originales de cosido medieval enrollado; refuerzos externos en pergamino (en realidad sólo quedaba un trocito), refuerzos internos en pergamino y el propio cosido, a base de un pergamino enrollado. Los componentes originales se retornaron a parte (eso sí: en un estuche de lo más glamuroso):

Encuadernación medieval con cosido enrollado, antes y después de su restauraciónEncuadernación flexible de manuscrito medieval en papel de trapos, antes y después de su restauraciónEncuadernación flexible en pergamino con cosido enrollado, antes y después de su restauraciónRestos del cosido enrollado medieval en estuche de conservación a medida

3) Aunque en las encuadernaciones en rama se conserva cada trocito de papel en su sitio, a veces un cambio estructural drástico (articular un lomo que era fijo) se hace en aras de la conservación de la lomera y la funcionalidad del libro. En este vídeo explico cómo hacerlo:


Notas a pie de página:

(*)Cat’s paw es una variante de la decoración en pasta española. El jaspeado o moteado, recuerda las huellas de un gato y se hace tamponando zumaque (sulfato de hierro) sobre la piel, que suele ser badana de cordero o de oveja. Véase aquí una muy buena explicación de la técnica del cat’s paw (en inglés) o también otra de la más genérica pasta española. Y aquí diversos ejemplos del moteado en huella de gato (lo nombro así, pero la verdad es que no he sabido encontrar una correspondiente terminología en castellano).  Referència: Roberts & Etherington. Bookbinding and the conservation of books. Library of Congress (1982).

(**): Según la leyenda griega, aquél que deshiciera el nudo de Gordias conquistaría oriente. Muchos sabios lo habían intentado sin éxito, hasta que vino Alejandro el Magno y lo cortó con su espada, diciendo «Es lo mismo cortarlo que desatarlo».


Agradecimientos y dedicatoria:

Le estoy muy agradecida a Stepan Chizhov de I-Bookbinding por su maravillosa entrevista y por la paciencia de editar el vídeo. ¡Muchísimas gracias!

Agradezco también a los propietarios de los libros su confianza en el encargo, y que hayan permitido que se muestren las imágenes (Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona de la Universidad Politécnica de Cataluña ETSEIB UPC, Archivo Municipal de Figueres (Gerona), Archivo Comarcal del Bajo Ebro (Tortosa, Tarragona) y los coleccionista privados propietarios del dibujo, el grabado y muy especialmente de la enciclopedia, por ponerme a prueba y sin embargo permitir el diálogo).

Puesto que hablamos de ética profesional, sería inconsistente reconocer el mérito de quienes han trabajado en la restauración de los libros que se muestran en la entrevista:  Kristiina Mosel (enciclopedia en pergamino), Clàudia Callau (sobrecubiertas de las enciclopedias y la re-encuadernada) Maria Correa (encuadernación medieval flexible en pergamino y padrones), Sandra Vílchez (padrones), Pere Sacot (encuadernación de los padrones y dorado de los tejuelos de las enciclopedias), y SeHee Song (todos los libros que se ven en el vídeo excepto las enciclopedias).

Le dedico esta entrada a Se Hee, excelente restauradora coreana. De entre la siempre difícil toma de decisiones, esta dedicatoria ha surgido sin vacilar. Porque le interesan las cuestiones deontológicas, porque ha trabajado en prácticamente todos los libros que se muestran en la entrevista, y es sobretodo porque tenerla en el taller ha sido un auténtico placer. Se te echa de menos, Se-Hee!

Un comentario

  1. Rita Udina 2022-10-14 at 11:54 - Responde

    a ver si se puede comentar

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